La Fundación Canal dedica una muestra a la obra gráfica de Chagall
La obra gráfica de Chagall, considerada una de la más importantes del siglo XX, muestra un universo artístico marcado por el color y por la interrelación entre lo sagrado y lo profano, que puede contemplarse desde hoy y hasta el 10 de abril en la Fundación Canal de Madrid.
Un centenar de obras sobre papel creadas desde finales de los años 40 del pasado siglo hasta mediados de los 80, incluido un magnífico autorretrato que pintó un mes antes de morir, que pertenecen a la colección de 137 litografías, xilografías y aguafuertes del Kunstmuseum Pablo Picasso Münster.
Por primera vez sale la colección casi completa de este museo alemán especializado en Picasso y en artistas coetáneos, y lo hace para llegar a la Fundación Canal, donde se ha montado un espacio que remite a una sinagoga para acoger Chagall, divino y humano. Y es que, aunque Chagall (Vítebsk, Bielorrusia, 1887-Saint-Paul de Vence, Francia, 1985) no era especialmente religioso, las costumbres hebraicas se funden con los espacios mundanos de un artista que consideró su “obra maestra gráfica” sus ilustraciones para la Biblia.
Todo ello dentro de una faceta extraordinariamente prolija en el siglo XX, sólo comparable a la de Picasso, porque para Chagall no era “una actividad marginal, sino que tuvo un lugar preferente en su producción artística”, explicó ayer una de las comisarias de la muestra y conservadora jefe del Kunstmuseum Pablo Picasso, Ann-Katrin Hann.
El recorrido por esta exposición inédita comienza en un atrio que acoge Autorretrato en la ventana (1957), Paisaje azul (1958) y Los tres acróbatas (1957, que introducen al espectador en la temática de la muestra y en el universo artístico de un pintor considerado el maestro del color del arte moderno.
Esta preocupación por el color desarrolló su gusto por las litografías, de las que llegó a crear más de 1.000 en las que “lo sagrado y lo profano se interrelacionan de un modo extraordinario”.
La sección titulada Divino y humano se ha ubicado en la “sala de oración”, donde se muestra cómo Chagall introdujo el factor humano en imágenes religiosas, como las figuras bíblicas de David y Betsabé que se yuxtaponen a las de amantes de la vida real, y también incluyó símbolos sagrados en imágenes mundanas, como en los edificios de París que representan crucifijos.
El espacio Sancta Sanctorum se consagra a las ilustraciones que hizo para la Biblia por encargo del editor francés Vollard, para las que el denominado “Picasso judío”, criado en la tradición jasídica bielorrusa, se la leyó y viajó a Palestina.
De 1931 a 1939 pintó 66 aguafuertes para la Biblia, labor que interrumpió la II Guerra Mundial, que le obligó a exiliarse en Estados Unidos, y que retomó entre 1952 y 1956 para completar 105 obras, de las que una veintena están en la Fundación Canal, como Moisés y la serpiente (1956) yLa creación del hombre (1958),
El “cementerio”, en un espacio con bóvedas de cañón en ladrillo visto, se ha reservado para Las almas muertas, una serie creada para ilustrar la novela homónima de Nikólai Gógol, considerada una de las obras más destacadas de la literatura rusa del siglo XIX, que le sirvió a Chagall para lanzar una mirada crítica pictórica a la sociedad rural rusa de esa época.
Igual que los terratenientes se consideraban dueños del cuerpo y el alma de los campesinos, Chagall los caricaturizó -como ocurre con el protagonista de la novela, Chíchikov- y los presentó de forma grotesca.